Donut County
Nunca he ido a una Game Jam pero lo que
ocurre en ellas me fascina a niveles bárbaros; el momento en el cual
se da la temática y empieza la lluvia de ideas tiene que ser digno
de ver. No hay límites para la imaginación y de ahí puede salir
cualquier cosa; la mayoría caerán en el olvido pero algunos que
llegan a ser un videojuego con cara y ojos siempre son algo
interesante y estimulante para ver qué idea explora y cómo la
desarrolla. Donut County, por Ben Esposito y compañía, es eso
mismo; un juego originario de una Game Jam que ha terminado siendo
una obra completa. La mecánica única: el jugador controla una
agujero en el suelo que debe de “devorar” todos los objetos de la
pantalla para así crecer y poder hacer lo propio con los objetos de
mayor tamaño hasta tragarse todo a su paso. Ben Esposito considera
la mecánica de Donut County como una inversión de Katamara Damaci
y no le falta razón. Pero después del “shock” inicial,¿tendrá
Donut County la chicha suficiente para aprovechar sus virtudes?
De buenas a primeras Donut County es
un título agradable y relajante como pocos y puede ser disfrutado
por cualquier persona que este dispuesta a darle la oportunidad. Los
movimientos del agujero que se notan con cierto peso y aunado a las
físicas de los objetos (y otros factores que desarrollare más
adelante) consiguen una sensación a los mandos verdaderamente única
y como digo relajante, parecido al plástico de burbujas. Poco a poco
se irá viendo una evolución y la entrada descarada de un diseño de
puzzles que transita en la fina linea de no dejar fuera a nadie por
obtuso; todos se pueden completar dejándote llevar por los hilos
invisible que se esconden detrás de estas pantallas. El problema
surge cuando estos momentos, en los cuales Donut County da un salto
de calidad, vienen y van durante toda la aventura; hace sentir los
niveles que no desarrollan esos giros de turca como relleno y sin ser
ningún desastre que arruine la experiencia completa, sí que resta y
se siente como una oportunidad desaprovechada.
Esto es el núcleo de Donut County: la
idea y el desarrollo. Ahora falta el envoltorio y el lazo para darle
gracia al conjunto; para eso esta la historia y el apartado
artístico. Empecemos por la historia: Donut County nos pone en la
piel de un simpático y adorable mapache que en sus horas de trabajo
se dedica a, gracias a una aplicación móvil, absorber a sus vecino
y sus pertenencias: Ese divertido ladronzuelo es BK. BK trabaja con
su amiga Mira, que hará Pepito Grillo para hacer reflexionar sobre
sus acciones cometidas (ya que gran parte de las travesuras de BK se
nos explican con flashbacks) mientras sus vecinos le expongas sus
problemas y demanden soluciones. Pese a ser un desastre para la ciudad, el humor
está muy presente en la obra, ya sea entre las innumerables puyas
entre BK y Mira que son divertidas gracias al guión y a las sobre
actuación de las animaciones, como sí de teatro se tratará. Los
diálogos ocurren como una visual novel, pero esos detalles enfatizan
aún más esos momentos de comedia. Pero lo más interesante es cómo
a través de la comedia podemos esbozar la personalidad de BK con la
Trashopédia: una biblioteca de todos los objetos substraídos por BK
a sus vecinos acompañados por una descripción de BK. Puede parecer
al principio otra forma de hacer bromas, pero poco a poco se van
filtrando rasgos de carácter de BK y se nos habilita un vistazo a
cómo ve el mundo.
Debajo de esta capa de comedia Donut
County lanza algunas reflexiones sobre el individuo, como ombligo
del mundo, en sociedad; ya que BK piensa que deshaciéndose de las
pertenencias de sus vecinos le esta haciendo un favor, porque para él
son solo trastos inútiles. Donut County enseña a convivir con los
demás y a entender que cada uno es un universo en sí mismo y que
merece existir y no ser juzgado desde la incomprensión de los ojos
ajenos. También me hace reflexionar hasta que punto nos definen como
ser nuestras pertenencias materiales. Los habitantes de Donut County
no son nada sin sus vienes, que no sean de primera necesidad como un
techo donde vivir, y eso me hace preguntarme muchas cosas y me hace
replantearme mi propia vida; y nunca viene mal que pongan tu mundo
patas arriba.
El lazo que falta a esta caja de Donuts
interactiva es un apartado artístico y sonoro a la altura; y es
donde el equipo de Ben Esposito da el do de pecho para dejar un lazo
precioso. Simple y colorido sería la mejor definición del apartado
visual de Donut County pero brilla de forma especial gracias a los
tonos de la iluminación que reflejan una calidez y terminan por
contribuir a conseguir un sensación relajante. Donde más se
desmelena el juego de Ben Esposito es en la banda sonora que parece ,que sin salir de unos
estilos electrónicos y muy procesados, no para quieta y nos
sorprende con cada nueva pieza. Y sí, también contribuye a la
relajante jugabilidad.
La obra de Ben Esposito es una idea muy
buena, que deja con cierto regusto a que podía haber sido más; los
puzzles nos muestran que hay posibilidades en una mecánica tan
tonta, a priori , como es un agujero que se traga cosas. Pero
la frustración que puede aparecer por encallarse en una pantalla
destrozaría esa sensación jugable tan gustosa y cálida. Tiene
reflexiones interesante para quién quiera verlas y reflexionar con
ellas; pero al fin y al cabo, Donut County es una obra para todos
sobre desconectar, con los cascos, y disfrutar de la sencillez.
Comentarios
Publicar un comentario