The Garden Between


Hoy toca un juego de esos que me llaman la atención desde el primer frame, un juego con un mensaje y una sensibilidad palpable; y lo más importante, una mecánica única, poco vista y explorada para ver sus posibilidades. The Garden Between me ha dejado raro y sin saber muy bien que decir de él; así que vamos al lío y que cada uno saque sus conclusiones.
The Garden Between es un juego que nos presenta los recuerdos de la infancia de un niña y un niño, vecinos, y sus aventuras durante esa inocente época de aprendizaje, curiosidad y descubrimiento. La mecánica que tiene para vertebrar esta aventura onírica es el control del tiempo, mejor dicho de la linea del tiempo. Con el joystick hacia la derecha el tiempo corre hacía delante y hacía atrás si lo inclinamos a la izquierda; con el joystick quieto paramos el tiempo y podemos interactuar con objetos de nuestro entorno. Sencillo y fácil, ya que solo requiere un botón y un joystick para su uso.

Hasta aquí todo bien, una mecánica simple e imaginativa que nos ofrece una jugabilidad relajada y serena pero el error más grande del título se produce en sus primeros compases, justo después el impacto inicial. De buenas a primeras no existe una “historia” clara, así que durante los primeros compases lo único que tenemos es la mecánica y el diseño tras ella, y hay radica el error en ese diseño inicial que nos muestra de que es capaz la mecánica y como va a ser explorada. Las primeros recuerdos son planos y simples en exceso. Da la sensación de solucionarse por inercia y no por inteligencia; y entiendo que los primeros niveles deben ser un poco eso pero en The Garden Between se hace lento y aburrido por presentarse de forma lenta y torpe todos los objetos y situaciones que debemos tener en cuenta. El objetivo es llevar nuestra linterna a la cima de la isla para completar las constelaciones de cada archipiélago y habrá ciertos objetos que con la luz de nuestra linterna desaparecerán o nos la arrebataran y debemos encontrar la forma de sortear todo. Los primeros compases de un juego deben caminar en la fina linea de enseñar y retar por igual para despertar en el jugador una satisfacción del deber cumplido y eso no se da con The Garden Between, todo parece un pasillo lineal: una huida hacía delante; pero que cuando arranca, todo cobra ese sentido y profundidad no vistos al principio.
El detonante de esta profundidad y exploración con gracia son los escenarios que vamos viendo. Los escenarios son unos dioramas que recorremos y que están compuestos por los objetos esenciales de los recuerdos de los niños, estos rompen la monotonía de las islas,tanto jugable como artística, a propósito para darle a cada recuerdo su identidad y encanto. Pero donde salvan los muebles es cuando estos objetos se mezclan con la mecánica del tiempo y nos traen los mejores momentos y más inspirados de diseño. Si el juego se hubiese centrado en estos rompecabezas estaríamos hablando de una obra superior y muy interesante porque en estos rompecabezas consiguen caminar en la fina linea que comentaba antes y hacer detener la acción para pensar en que se nos esta pasando por alto. Esto también hace que los objetos que no forman parte del escenario de una forma temática: flores de luz o oscuras, o los robots se sientan muy artificiales, “muy de videojuego”. Los escenarios son lo más importante de The Garden Between porque, a través de ellos, se vertebra tanto el diseño como la narrativa.
El poco contexto que recibimos al comenzar The Garden Between se resume en un parpadeo, dos niños que, mientras están en el jardín detrás de sus casas, son transportados a un mundo onírico basados en sus recuerdos juntos. Es muy interesante el no tener el control sobre los niños directamente, ya que así podemos verlos comportarse como ellos mismos y extraer sus personalidades: ella; decidida y siempre segura, y él, más pausado y pensativo. Cada unos desempeña un rol y se complementan a la perfección. Por eso el final consigue tocar esa fibra sensible porque, a través de los escenarios y los niños, hemos experimentado su viaje sobre su amistad y su infancia.

The Garden Between parece tenerlo todo para ser algo más y mejor de lo que termina siendo; esa es la sensación que tengo clara. Capaz de lo mejor y peor en el diseño y con una sensibilidad que llega pero no remata, y con unos escenarios que cuando quieren hablan por sí solos y en otros momentos parecen amordazados por conveniencia. Un final triste el de The Garden Between.

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