ZeroRanger


Hay obras que consiguen estar en el momento y el lugar clave para cambiar las normas; y Undertale es una de esas obras. Tengo un gran recuerdo de mi primera partida y de verdad que es un juego muy especial. No soy de esas personas que creen que sea el nuevo advenimiento de Jesucristo pero es innegable que es un juego que no te deja indiferente. Si por algo recuerdo a obra de Toby Fox es por su forma de romper barreras y conseguir implicar al jugador de formas simples, pero increíblemente efectivas. Sé que a su vez Undertale surge de la influencia de Mother, pero Undertale consiguió sacar esta mentalidad fuera del juego de culto y llevarlo a un gran público. Esto no pasa desapercibido e influencia a nuevos desarrolladores para intentar utilizar este estilo en contextos diferentes. Uno de estos proyectos surgió el año pasado: ZeroRanger es un shoot'em up de naves donde, detrás de todas sus horas de diversión arcade y disparos precisos, se esconde una historia en la cual tendremos peso, siempre que perseveremos en ello.
Creo que pocas veces un juego me había conseguido enganchar desde el principio; la cinemática principal es fantástica y en su estética es imposible no ver a Neon Genesis: Evangelion; pero más allá de la referencia, el juego consigue poco a poco ir llenando todo de una aura misteriosa y mágica que logra permear en el jugador y motivarles a descubrir sus secretos. Pero pese a nombrar sus similitudes con otras obras, el juego de System Erasur consigue generar su propia personalidad y tono. Su universo se siente propio y con su propia mitología; pero si me tengo que quedar con algo, me quedo con su tono o la forma que tiene de unir dos tonos difíciles de equilibrar como la tristeza de un mundo al que su hora ya ha llegado y la épica de una gran aventura de naves y tiros.

Aunque tanto cacarear sobre su influencia con Undertale y aún no ha aparecido ejemplo alguno. ZeroRanger se guarda inteligentemente esa carta para cuando el momento lo exige; y ese momento es justo cuando todo parece llegar a su fin. No voy a revelar muchos más detalles y iré con pies de ploma para no destripar sorpresas más de lo necesario. ZeroRanger hace algo que adoro en el momento clave: después de haber superado al presunto enemigo final, rompe con las expectativas y te dice que esto acaba de empezar. En ese momento sabes que ya no vas a poder parar. A partir de ahí, el juego empieza a jugar con los loops y la coherencia de una forma brillante. Todo esto se cristaliza en una joya brillante al final del final, donde la cuarta pared hace rato que está echa unos zorros, el juego te tienen con los sentimientos a flor de piel y cuando la abrumadora verdad está ante ti y tú con una sonrisa sabes que esto saldrá bien, porque en todo este viaje, si algo ha calado es la perseverancia.
Este tipo de obras, donde la narrativa tiene un peso considerable, es muy importante mantener una coherencia global de todos los apartados. En lo visual consigue tener su estilo, aunque no se sienta original del todo. Pero los colores tienen una lógica dentro del conjunto, y a su vez, consiguen presentar un diseño inteligente y guiado con buena mano. El pixel art es correcto y cumplidor pero sin mucho más. Donde destaca ZeroRenger es en sus cinemáticas y su espectacular banda sonora. Vamos por partes: como ya he dicho antes, sus escenas me gustan por su dinamismo y su montage que consigue encapsular cierta épica de forma maravillosa; y su apartado sonoro es fantástico. Es imposible no salir de cada sesión sin sentir que esas canciones se quedaran un ratito más en tu cabeza, y con ellas el juego.

Si hablamos de acción pura y dura, ZeroRanger no se quedará atrás. Detrás de sus frenéticos disparos, se esconde un diseño maravilloso y una curva de aprendizaje muy bien ejecutada. Para dar contexto: Yo no soy un jugador experimentado en shoot'em up. Este es el primero al que le hinco en diente, así que puedo dar fe de que es un título amable con el recién llegado y que da herramientas para llevarlo con soltura. Con cada fase superada conseguiremos una nueva habilidad (incluyendo la posibilidad de convertimos en un mecha, que siempre está bien) y con los puntos que vayamos logrando llenaremos un marcador hasta forjar una joya que nos servirán como vidas. Esto, aunado a un preciso control rozando lo quirúrgico: Zero Ranger nos entrega unas jugabilidad excelente, quizás no muy profunda, pero tampoco lo necesita. El gran elenco de enemigos solo hace que sumar y los combates finales son siempre de una gran tensión pero, aunque las vidas no acompañen siempre, existe la posibilidad de la remontada. Lo único que no me ha gustado de los momentos de acción es lo mal integrado que encuentro al mecha. Al obligar al ataque cuerpo a cuerpo, se hace difícil saber cuando esquivas los proyectiles y cuando no. Esto provoca que no aparezca tanto como debería y hace de su presencia algo anecdótico.
Es muy estimulante ver juegos de unas raíces tan clásicas trasladarse a las sensibilidades más actuales y explorar las posibilidades del género. Sin dejar de ser un juego al que siempre apetece darse una vuelta y presentado una diversión sólida y frenética, ZeroRanger es atrevido y quiere ser algo más. La verdad es que aún no tengo claro que pensar sobre el lore que se presenta; hace falta darle una vueltas y reflexionar sobre lo visto. Pero al César lo que es del César, ZeroRanger ha sido una buena experiencia para empezar este año: Un juego pequeño que se hace grande en el recuerdo.


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