Kingdom Hearts III


La adolescencia es una época muy dulce e inocente de nuestras vidas; se nos empieza a abrir, poco a poco, un nuevo mundo y los sentimientos están constantemente a flor de piel: es una época poco racional. El amor platónico, las amistades eternas, las inquietudes y las ansias de aventura son un caldo de cultivo que nos soñar y amar esos sueños. Kingdom Hearts apela a esos sentimientos desde su primera entrega y ha enamorado a una generación con todos sus títulos de la saga. Los juegos de Nomura no han dejado indiferente a nadie y se cuentan como títulos importantes en todas las plataformas que han recibido un juego (y no son pocas) Pese a no dejar de salir títulos de las franquicia durante estos años, el próximo juego numerado de peso parecía no llegar nunca: hasta hace un mes. Kingdom Hearts 3 es la conclusión de una larga trama de sucesos locos y hermosos, un juego interesantísimo, tanto por sus virtudes como por sus defectos.

Aviso a navegantes: Este análisis viene de un persona que solo ha jugado a los dos títulos numerados principales. Ni me ha dado tiempo a más, ni me apetecía jugar a juegos que, claramente, eran mecánicamente menores. Me he puesto al día como todo profano: viendo resúmenes varios. Dicho esto, vamos a lo magro.

Pongamos un poco de contexto a este análisis: Kingdom Hearts 3 ha debido ser un desarrollo largo y difícil de narices. Cambios de motor a mitad del desarrollo, la obcecación de Nomura con los mundos de Pixar o la mano de Square Enix, que últimamente está poco acertada y se ha hipotecado con desarrollos a muy largo plazo en una industria que está yendo más rápidos de lo que pueden correr los japoneses. Kingdom Hearts 3 tiene todos los tropos que tienen estos desarrollos que superan la década: diseños anticuados, pantallas de carga, formas de generaciones anteriores. Esto no es malo per se, pero ahí está. Conecta con los anteriores y lo hace sentir como una vuelta a casa. Si por algo es molesto, es porque el juego es muy fluido y no para quieto con mecánicas nuevas en cada mundo o minijuegos por doquier. Crea una fricción de sensaciones durante todo el juego; la nostalgia parece haber llegado hasta ese punto.
Pero esto es Kingdom Hearts 3, una saga que apelaba a la nostalgia desde el primero y ahora arrastra nostalgia por partida doble: a los clásicos Disney y a la propia saga. El trato que se le ha dado a las películas Disney ha sido fantástico; dándole a los jugadores la posibilidad de vivir aventura con sus personajes favoritos de sus películas infantiles y mostrando un cariño enfermizo por cada licencia. De la artística de los mundos Disney hablaré más tarde porque el juego en lo visual y sonoro es indiscutible, pero quiero apuntar a uno de los problemas más grandes que he tenido mientras jugaba en los mundos Disney: son puro relleno. Cuando en los juegos anteriores -los que yo he jugado- visitabas estos mundo era por un motivo; en el primero para proteger los mundos de los sincorazones y en el segundo para detener a la Organización XIII. En Kingdom Hearts 3 vamos a los mundos porque Sora tiene que recuperar su poder perdido, que luego no recupera gracias a esos viajes sino a otras movidas, y el viaje empieza con un simple “Sora, sigue tu corazón” No hace falta más, luego en esos mundos el caos parece brotar de las esquinas más por conveniencia que por lógica. Esto lastra la presencia del universo Disney, porque no tiene relevancia en el global. No importa lo que pase en el mundo de Big Hero 6, ni el de Monstruos S.A o Frozen; da igual todo lo que ocurra. Y si encima gran parte de ellos son de los peores de la saga, pues estamos listos. Toy Story es el único que salvaría de la quema, y el de Hercules, pero porque ya lo conocíamos; los demás o tropiezan en algún momento, como Piratas del Caribe, o es un puro desastre, como Mostruos S.A. El problema de Kingdom Hearts 3 es que hemos venido a ver qué ocurrirá con el bueno de Sora y compañía; y no lo que pasa en el mundo de Frozen. Sino integras todo esto en una historia única y con sentido, no se para que se insistió tanto en tener a Pixar.
Sora es un personajes que me cae la mar de simpático; sobretodo en la segunda parte donde tiene unos momento de diálogos brillante y auto-conscientes del sin sentido de la trama. Esto es ir a dar en el hueso, pero decir que la trama de Kingdom Hearts es manida, cobarde y simple; esto es una realidad, no una opinión. Y no tiene nada de malo si te gusta, pero donde le veo el problema es en cómo tiene conceptos interesantes que desaprovecha a las primeras de cambio y cómo de una historia tan simple y correcta como la del primer juego ha terminado en la locura sin sentido y patillera que es, a día de hoy, Kingdom Hearts. La tercera parte tiene la responsabilidad de dar un cierre o una lógica a todo, pero los eventos que todos esperamos con ansias son las últimas cinco horas de juego. Parece que dura más por obligación y pereza que porque así tenga que ser. No es normal que una trama no avance durante diecisiete horas y de golpe en cinco se arregle todo. Qué durante tres cuartos del juego no ocurre nada de nada. Es vergonzoso y luego ves el final, la conclusión tan esperada, y te quedas con cara de tonto pensando ¿Pero esto no se suponía que terminaba aquí? Y sí, es el final de todo lo que envuelve a el plan de Xehanort, pero eso no se ha vendido de esta forma. La historia sigue los estándares de la serie desde la segunda parte, así que en ese sentido ha cumplido, pero eso no la hace buena ni por un instante.

Menos mal que esto es un videojuego, y no una película, porque sino esto no lo salva nadie. Mi relación con el combate de la saga es la mar de curiosa; no lo considero exigente, aunque es profunda; y no la considero desafiante, pero sí muy gustosa. Es como limpiar una olla sucia: no es lo mejor del día, pero da gustito ver cómo queda después de dejarla brillante. Si algo transmite el combate en Kingdom Hearts 3 (y durante los títulos anteriores) es un peso y un feedback muy gustosos. Los golpes con la llave espada son contundentes y sabemos de forma clara cuando ha impactado; todo esto con la pulsación del mismo botón, que es lo que me sorprende. Luego durante la saga siempre se ha buscado un combate dinámico y ágil; en Kingdom Hearts 3 se ha rozado la perfección en ese sentido. De verdad que es de quedarse con la boca abierta en cada combate. Los momentos pre-combate en los cuales la cámara hace un traveling desde el final de la cinemática a la espalda de Sora y nos movemos, no deja de impactarme; parece pura brujería. Las llaves espada ha evolucionado, literalmente, para convertirse en algo más que un trozo de hierro para dar mandoblazos: las evoluciones le dan más profundidad a los combates y la posibilidad de cambiar de espadas en mitad de los combates es una delicia. Pero no es la única novedad ofensiva, también están las atracciones Disney, que son increíblemente poderosas; sumado a lo que heredamos de capítulos anteriores: como vínculos, forma furiosa, ataque en conjunto, tríos y las clásicas magias; tenemos un juego desbalanceado a nuestro favor.
Kingdom Hearts siempre ha sido un juego pensado para ser jugado por cualquiera que quiera; y la tercera parte no sería menos. Creo que el problema está en la dificultad tan asequible con la que se plantean estas propuestas en la actualidad; el primero es perfecto en ese sentido: es exigente en su parte final y premia al jugador que ha aprovechado los momento más sencillos para aprender a jugar bien. Es producto de los tiempos que le ha tocado vivir, pero sí creo que Sora es demasiado poderoso. Yo mismo tenía que caparme habilidades como las atracciones porque sino el juego se convertía en un puro aburrimiento. He echado de menos ese combate más cuerpo a cuerpo del Kingdom Hearts 2 y la tensión de los combates del primero. Sin ser “malo”, es el combate más flojo de los tres.

Lo que no tiene rival son los valores de producción de un título de tal tamaño, pero eso ha sido marca de la casa desde el primer día. La banda sonora de Utada Hikaru es maravillosa, una vez más, y las versiones y reintepretaciones de las bandas sonoras Disney saben dar el tono justo para transmitir esa sensación de estar, no de estar en los mundos, sino en las películas de nuestra infancia. Pero la cosa no se detiene ahí, en lo visual y artístico en trabajo es, como comentaba anteriormente, pura brujería. El detalle de las texturas, las animaciones, la fluidez del conjunto, cómo trasladan a Sora y compañía de estilo en estilo visual y siempre están perfectos; es, de verdad, un trabajo de aplauso sonoro.

No puedo odiar, ni querer del todo a Kingdom Hearts 3; he disfrutado con él, pero a la vez he odiado lo que hace. Esta entrega me ha descolocado mucho, no entiendo qué pretende. No soy un fan de la historia de la saga, si le tengo cariño es de forma irónica, porque es una historia que se toma tan enserio a si misma que me hace gracia lo que se esfuerza cuando lo que ocurre es un puro sinsentido y no tiene jamás consecuencia alguna. Lo que se seguro es que ya no soy un adolescente, aunque nada hará que olvide esos bellos años; por eso, si viera a mi “yo” adolescente, lo primero que haría es darle un abrazo, pero si hablará con él cinco minutos, seguro que le daría una colleja y le diría que creciera. Creo que es lo que le pedía a Kingdom Hearts 3 y por eso me ha decepcionado.

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