Ape Out
Agarrones, puñetazos y disparos. Ape
Out puede parecer eso y poco más, pero una vez a los mandos de esta
huida hacia delante, el último juego del Devolver Digital ofrece una
magnética y rítmica forma de sobrevivir y conseguir la preciada
libertad.
Ape Out nos pone a los mandos de un
gorila en cautiverio que lo arriesgara todo para poder ver la luz del
sol y sentir la brisa una vez más; con un mensaje animalista claro y
contundente; ya sea en un laboratorio, un barco o un zoo, nuestra
misión siempre será zafarnos de nuestros captores para escapar,
aunque eso tampoco garantice la integridad de nuestro primate
protagonista. Esto no es extraordinario, ya que era de esperar que un
juego sobre un gorila que mata a todo lo que ve tratara estos temas,
lo extraordinario es trasladar el salvajismo animal a los mandos y a
la quinestesia del juego: las ejecuciones, agarrones y disparos se
sienten pesados, duros e implacables; el movimiento y peso del gorila
se sienten reales y el obligar al jugador a acercarse a sus
perseguidores para neutralizarlos convierte a cada encontronazo en
una apuesta de doble o nada por la supervivencia. El diseño de
niveles es responsable de generar esa sensación de huida hacia
delante y, con los espacios abiertos, generando esos instantes de
todo o nada; los escenarios deben recorrerse de izquierda a derecha o
viceversa y con cada reinicio de nivel, conservando una cierta
identidad dada por un diseño de niveles manual, cambia el escenario,
la posición y cantidad de enemigos. La falta de información, puesto
que no tenemos claro el camino y la longitud de la sala hasta
recorrerla un par de veces, hace que la ansiedad suba todavía más.
Ape Out, en su sencillo control,
esconde un abanico de posibilidades interesante: aplastar a los
enemigos contra una pared o contra un compañero, agarrar a un
cazador para obligarle a disparar a un compañero o usarlo para
librarnos de un disparo, correr como alma que lleva el diablo y
lanzar a los enemigos al final de la sala para ganar distancia. Sin
ser abrumador, el juego de Gabe Cuzzillo entrega una buena caja de
herramientas para construir con ellas nuestra improvisada huida.
Si una palabra define lo que se siente
cuando juegas a Ape Out es improvisación; nunca sabes que puede
aparecer en la siguiente sala, puesto que los escenarios varían y
siempre son impredecibles. Esto separa a Ape Out de una de sus
referencias más claras: Hotline Miami. El juego de Dennaton Games
buscaba convertirnos en un asesino metódico y calculador que, en
base a la repetición de niveles, debía lograr encontrar la forma
optima de salir vivo del sarao. Hotline Miami en ocasiones tocaba
improvisar, pero con lo implacable de sus enemigos: esa táctica no
era una opción que estuviera en la mesa. El gorila no esta para
calcular rutas y considerar los riesgos; Ape Out obliga a, en
milésimas de segundo, valorar la situación, tomar una decisión y
ejecutarla con la fe de que el último en pie después del
encontronazo sea nuestro querido gorila.
Este cóctel de adrenalina,
improvisación y visceralidad se condensa y se completa con la música
que acompaña a la singular huida. No se puede hablar de ella como
una banda sonora, sino como un solo de batería improvisado que
refleja la propia improvisación del jugador. Cuando decidí analizar
Ape Out vi algunas partidas y no entendí bien ese tan cacareado
factor rítmico y su sentido. No es un juego rítmico, entonces ¿por
qué tanto esfuerzo? Lo bonito del juego de Gabe Cuzzillo es que en
cinco minutos consigue meterte en su juego y no soltarte; gran parte
de ese merito es de esa batería, que mantiene un ritmo constante,
pero que se ve afectada por nuestra acciones con los platillos que
suenan con cada ejecución: es magnético. Cuando empezamos todo esta
en absoluto silencio: hasta que muere el primer enemigo; después la
carnicería comienza, la batería está sonando y nos toca bailar.
Tiene ese espíritu del jazz improvisado y del espectáculo debe
continuar pase lo que pase. Esto se refleja con los platos de la
batería, que siempre que fallamos un nivel, estos nos acompañan y
cuando empezamos de nuevo suenan para señalar el comienzo de un
nuevo intento, marcando el pistoletazo de salida para la bestia.
El resultado de la unión de todos los
factores y el apartado visual; con un inteligente uso de los colores,
un HUD limpio y visualmente legible en un vistazo y un diseño
gráfico carismático; convierte a Ape Out en un juego con una
especial fluidez que solo se entorpece por algunas pantallas de
carga, que sin ser especialmente largas, que sí logran cortar ese
fluir tan bueno que logra la huida del gorila. Esa fluidez se
agradece mucho en los niveles de dificultad más altos, puesto que
cada instante cuenta y nos va la vida en ello; la velocidad de los
comandos y la exigencia de una respuesta inmediata consiguen
transmitir frenetismo con cada bache en el camino que enganchan cosa mala.
El título de Gabe Cuzzillo y compañía
es especial por ser una vorágine de sensaciones entre la brutalidad
y la fluidez derivadas de la improvisación de un animal salvaje que
no entiende dónde está, no sabe cómo salir; pero sabe que lo va a
lograr cueste lo que cueste. Ape Out es un baile con la muerte por
lograr la ansiada libertad, que no será fácil, donde nos
atrancaremos y parecerá imposible, pero no hay momento de flaqueza:
porque la batería aún esta sonando, el sol y la brisa están al
tocar y yo aún tengo ganas de bailar. ¡Música, maestro! ¡Qué este
gorila aún tiene cuerpo para otro swing!
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